Nuestra Historia

Ravenkross: Un salto al vacío que nos cambió la vida

Si nos hubieras conocido hace unos años, seguramente no habrías apostado por nosotros. Éramos tres personas con trabajos seguros: un abogado, un administrativo y un funcionario público. Teníamos rutinas estables, ingresos garantizados y ese tipo de vida que muchos considerarían "cómoda". Pero había algo que faltaba.

Cada uno de nosotros sentía un vacío, como si todo lo que hacíamos no nos representara de verdad. Sabíamos que queríamos algo más, algo que nos hiciera levantarnos cada mañana con ilusión. Así que, un día, decidimos dar el salto. Lo dejamos todo para perseguir una idea que, para muchos, sonaba absurda: aprender a forjar joyas inspiradas en la cultura vikinga.

Cuando se lo contamos a nuestras familias, hubo risas nerviosas, caras de incredulidad y un montón de preguntas: "¿Vais a dejarlo todo para hacer... eso?". La verdad es que, en el fondo, nosotros también teníamos miedo. Pero las ganas eran más fuertes. Y aunque sabíamos que el camino iba a ser difícil, había algo que nos empujaba a seguir adelante.

El inicio: Más dudas que certezas

Los primeros años no fueron nada fáciles. Nos banearon cuentas de publicidad, gastamos dinero que no teníamos en materiales que no funcionaron, y los primeros diseños... bueno, digamos que no eran precisamente obras maestras.

A veces dudábamos si habíamos hecho lo correcto. Las noches eran largas, y el cansancio nos hacía preguntarnos si todo este esfuerzo valía la pena. Pero incluso en los momentos más duros, había algo que nos mantenía unidos: la pasión por crear algo que de verdad importara. No queríamos hacer simples productos. Queríamos contar historias, transmitir fuerza y conectar con personas que valoraran lo auténtico.

El viaje que lo cambió todo

En 2010, viajamos a Noruega. Era nuestra forma de buscar inspiración y aprender de quienes llevaban siglos trabajando el metal. Allí conocimos a Erik Thorvaldsen, un herrero veterano que, aunque al principio nos miraba con escepticismo, acabó compartiendo con nosotros algunas de las lecciones más importantes de nuestras vidas.

Aprendimos que forjar no es solo dar forma al metal; es un proceso de paciencia y dedicación. Y, sobre todo, entendimos que las imperfecciones son las que hacen que algo sea único.

Cuando volvimos a España, no éramos los mismos. Llenos de ideas y con las manos aún torpes, empezamos a trabajar en nuestro primer diseño: un colgante inspirado en el martillo de Thor. Era tosco, lleno de fallos, y, si somos sinceros, bastante incómodo de llevar. Pero para nosotros era perfecto, porque representaba el comienzo de algo mucho más grande.

Más que joyas: símbolos de quienes somos

Con el tiempo, aprendimos, mejoramos y empezamos a entender lo que realmente queríamos hacer. No se trataba de vender joyas bonitas, sino de crear algo que significara algo para quienes lo llevaban.

Cada diseño de Ravenkross empieza con una idea, un boceto hecho a mano, y va tomando forma con el tiempo. Algunas piezas pasan semanas en el taller, porque no creemos en las prisas. Queremos que cada joya cuente una historia y que, cuando alguien la lleve, sienta que está conectando con algo más grande que un simple objeto.

No hacemos colecciones para todos, y eso está bien. Porque sabemos que las personas que eligen Ravenkross buscan algo especial, algo que resuene con ellas.

La gente que hace que todo valga la pena

Con el tiempo, hemos tenido la suerte de recibir historias de nuestros clientes que nos han emocionado. Una de ellas nos marcó especialmente. Era de una clienta que había pasado por un momento muy difícil y nos escribió para decirnos que uno de nuestros colgantes se había convertido en su "amuleto" personal, algo que le recordaba su fuerza cada vez que lo llevaba.

Historias como esa nos recuerdan por qué hacemos esto. No es solo por nosotros, sino por todas las personas que encuentran en nuestras piezas algo que les acompaña en su propio viaje.

Nuestro propósito

En un mundo donde todo parece hecho en serie, creemos que lo artesanal tiene un valor único. Cada pieza de Ravenkross lleva horas de trabajo, de cuidado y de amor. No es perfecta, y eso es lo que la hace especial.

Queremos que quienes elijan Ravenkross no solo lleven una joya, sino una historia. Una que hable de fuerza, de autenticidad y de ese amor por lo imperfecto que nos hace humanos.

No somos una gran empresa, ni queremos serlo. Ravenkross nació de un sueño, y queremos que siga siendo eso: un proyecto que hacemos con el corazón, para personas que valoran lo real por encima de lo perfecto.